
La suplementación en la apicultura
La apicultura
La apicultura es una actividad que se ha desarrollado a la par del surgimiento de la civilización. Comenzó desempeñando un papel alimenticio, luego se utilizó para fines religiosos en forma de ofrenda, posteriormente para el embalsamiento de cadáveres, en aplicaciones médicas para la prevención de enfermedades y como antiséptico. Técnicamente la apicultura es una actividad agropecuaria orientada a la crianza de abejas y a prestarles los cuidados necesarios con el objeto de obtener los productos que son capaces de elaborar y recolectar para comercializarlos.

Estructura y capacidad de producción. La miel es el principal producto por peso y valor que se obtiene de las colmenas, su destino es tanto la venta como el autoconsumo de la familia y se obtiene de procesos que se diferencian por los insumos utilizados y por las formas de manejo de la colonia. El segundo producto apícola de importancia es la cera y es obtenida por 68.4% de los apicultores.
Los otros productos con menor importancia relativa por cantidad son el polen, propóleo y la jalea real.
Los apicultores de los estados de Jalisco y Guerrero son, en el ámbito nacional, los únicos que presentan una mayor diversificación en su actividad, es decir, obtienen más de dos tipos de productos de la colmena. Pero de estas dos entidades, en Jalisco se ha desarrollado una mayor integración agroindustrial de la apicultura, esto tanto en forma horizontal, como vertical.
La capacidad de producción del apicultor es muy variable. Por ejemplo, en Jalisco la tenencia promedio es de 335 colmenas, mientras que en Chiapas es de 21, la menor registrada para los estados de interés productivo. El estado de Veracruz ocupa el segundo lugar en este rubro, con una tenencia de
88 colmenas en promedio por apicultor. Por su parte, los apicultores de los estados de Campeche y Quintana Roo poseen en promedio menos colmenas que los del estado de Yucatán (37.1). La capacidad productiva del apiario, acorde a la tenencia y características de las colmenas, está integrada en promedio por 7.7% de sólo cámaras de cría; 58.2% por cámara de cría y un cubo adicional con cuadros para miel o alza (doble); 29.5% con una cámara de cría y dos alzas y, finalmente, cámara de cría y tres alzas (4.6%). Por su parte, se constató que los apicultores cuentan con diferente número de apiarios en explotación, cuyo promedio nacional es de tres. Por ejemplo, en estados como Campeche (1.4), Quintana Roo (1.5) y Yucatán (2.1), esta tenencia promedio es baja y obedece generalmente a la escasez de áreas disponibles para la actividad. En otros esta dos como Chiapas (1.2), donde existe un número considerable de productores, la tenencia es parecida al de los estados antes citados. Los estados de Jalisco (9.8) y Veracruz (4.1) son los lugares de la república donde es mayor la tenencia promedio de apiarios por apicultor.
Los hidratos de carbono son compuestos energéticos, imprescindibles para la obtención de la energía necesaria para realizar las funciones motrices (volar, caminar, moverse), para la termorregulación de la colonia (producir calor, ventilar) y para la construcción: la cera se produce en las glándulas cereras a partir de los hidratos de carbono de la dieta. Una colonia situada dependiente de la zona climática necesita al año un mínimo de unos 40 kg de hidratos de carbono. Solo en invierno consumirá entre 8 y 12 kg de sus reservas de miel. El polen es la fuente principal del resto de los componentes de la dieta (excepto de agua). Su composición no es muy homogénea, dependiendo de la planta de origen puede tener un 7 a un 35 % de proteínas. Y con los demás componentes pasa lo mismo; determinadas vitaminas pueden estar en el polen de unas plantas y no en el de otras. Por ello las abejas necesitan consumir una mezcla de polen de distintas plantas.
Se puede considerar como composición media del polen, a la entrada de la colmena, la siguiente:

El polen es rico en vitaminas del grupo B, imprescindibles para las abejas (sustancias que su organismo no puede fabricar y ha de tomar enteras de la dieta).
Sus componentes proporcionan a las abejas jóvenes las sustancias necesarias para fabricar la jalea real, y parte de ellos son imprescindibles para que las glándulas cereras funcionen y fabriquen la cera a partir de los hidratos de carbono. El polen es muy importante en la dieta de la larva, de él obtiene los componentes de los que hará después los músculos, los órganos vitales, los pelos, las glándulas, su sistema inmunitario…
Una vez eclosionada la abeja sigue necesitando polen, las que no lo consumen pesan menos y viven hasta un 50 % menos, y tienen las glándulas de jalea y de cera menos desarrolladas, al igual que los cuerpos adiposos, donde hace su reserva de grasa para pasar mejor el invierno y arrancar mejor en primavera.
Las larvas con una dieta pobre en proteína son más sensibles a las enfermedades. La sensibilidad de las abejas a los plaguicidas es mayor en las abejas que no comen polen en sus primeros días de vida.
Materias primas y alimentos
apícolas
Desde hace unos años encontramos en el mercado numerosos productos para alimentar a cubrir estos estados carenciales. Como profesionales de la apicultura hemos de tener claro cuál es la carencia a cubrir y el objetivo de la alimentación que necesita la colmena.
Es imprescindible conocer los componentes analíticos y la composición del alimento. Lo necesitamos para tomar decisiones de uso adecuadas, y, además, los alimentos están obligados por ley a dar esa información. Es un sector muy regulado para otras ganaderías, pero un tanto descuidado
para la apicultura. Toda actuación debe hacerse con suficiente anticipación. Si la colmena se viene abajo es muy difícil y costoso hacerla remontar.
Nuestra necesidad puede ser cubrir una falta de polen, una falta de miel o ambas cosas. Y nuestro objetivo cubrir la falta de abeja en otoño para pasar el invierno (lo ideal es entrar en invierno con, al menos, unos 5 cuadros de abeja); o, en primavera temprana, preparar la colmena para poder aprovechar una floración; o, en invierno, asegurar la
cantidad de reservas.
La apicultura a nivel mundial y en México
Producción apícola mundial. La producción de miel de los 144 países considerados en la base de datos de la FAO fue en promedio de un millón 433.9 mil toneladas por año en el período 2000 a 2012, creció a una tasa media anual de 2.07 % y en dicha actividad fueron explotadas 75 millones de colmenas, lo que resulta en una productividad promedio aproximada de 19.12 kilogramos de miel por colmena (FAOSTAT, 2014). Del total de países antes citado, 15 figuran como principales productores, aportan 71.7% de la oferta total de miel y poseen 66.2% del inventario de colmenas; pero a pesar de esta relevancia, el nivel de productividad en varios de éstos no corresponde con su posición internacional como productor.
Por continentes, Asia ocupó el primer lugar en volumen de producción, pero su nivel de productividad fue inferior (38.9%) al de América, región que ocupó el segundo lugar en producción. Tendencia de la producción apícola en México. Aproximadamente 44 mil productores practican esta actividad pecuaria en todo el país y en 2012 poseían un poco más de un millón 898 mil colmenas. La producción de miel durante el período 1990 a 2012 presentó una tendencia general hacia la baja con marcados altibajos (Figura 1) y el volumen promedio anual fue de 57.3 mil toneladas.
En cuanto a las regiones apícolas de México, se constató que la más importante es la Sureste o Península de Yucatán (1990-2012). En esta región se ubican los estados con relevancia nacional como Yucatán, Campeche, Quintana Roo y Chiapas; mientras que en la región Pacífico se localizan el estado de Jalisco y Michoacán y, en la región Golfo, se ubican Veracruz, Puebla y Oaxaca.
Suplementación en apicultura:
La abeja es uno de los pocos animales utilizados por las personas que es capaz de buscarse su sustento, pecoreando en un radio de 1,5 a 2 km de su ubicación (más distancia no es rentable). Los apicultores recolectamos una parte de sus reservas en nuestro beneficio, pero siempre teniendo cuidado de que les quede para llegar a la siguiente floración.
El cambio climático está variando las reglas del juego. Cada vez son más frecuentes las sequias, los otoños secos y calurosos, la torrencialidad de las lluvias. Eso dificulta a la abeja encontrar una entrada de néctar y de polen, renovar la población para pasar el invierno, y tener una buena arrancada primaveral. Cada vez es más preciso estar alerta a las carencias nutricionales de la abeja y el impacto sobre su salud. Como todos saben las necesidades alimenticias de las abejas se cubren con dos productos: la miel y el polen, que almacena en las celdillas de sus panales. Los hidratos de carbono de la dieta son aportados por la miel, las proteínas, grasas y vitaminas, fundamentalmente por el polen, las sales minerales por ambos, y el agua es recogida aparte. La ausencia de cualquiera de estos compuestos ocasiona graves problemas, y, en último extremo, la muerte de la colonia.
Los hidratos de carbono de la dieta de las abejas son aportados por el néctar de las plantas en forma de tres azúcares principales: sacarosa, glucosa y fructosa. Los néctares de las diferentes plantas los tienen en diferentes proporciones; así existen plantas de néctar rico en sacarosa (romero, manzano, trébol, chupamieles, castaño…), otras de néctar rico en glucosa y fructosa (diente de león, tomillo, brezo…), y mielatos ricos en fructosa (de encina, de roble, de abeto…).
Los azúcares del néctar son consumidos directamente, o, según las necesidades y disponibilidades de las colonias, trasformados unos en otros por las enzimas de la saliva de las abejas, y concentrados por evaporación y trasiego, hasta convertirse en miel almacenada. De promedio un néctar puede tener un 58 % de agua y un 40 % de azúcares variados, mientras que la miel suele tener la composición promedio siguiente:

Necesidad de alimentar
Alimentar a las colonias de abejas puede ser una necesidad nacida de factores meteorológicos desfavorables, un entorno inadecuado, o un manejo deficiente.
Los factores meteorológicos desfavorables: lluvia, vientos, heladas, temperaturas altas, pueden hacer que la secreción de néctar de determinadas floraciones disminuya o se paralice, o que la actividad de las abejas se haga difícil o imposible, lo que afectará a la disposición de nutrientes en la colonia, pudiendo comprometer su posterior desarrollo.
Los factores de manejo también pueden obligarnos a veces a alimentar, bien porque queramos modificar el ciclo de las colonias, adelantando la cría en primavera, mejorando la población cara a la temporada invernal o bien porque queramos forzar determinados tipos de producciones (reinas, jalea real, polinización, polen…) o para proporcionar reservas a las colonias que no las tengan.



Alimentos complementarios con hidratos de carbono, proteínas, grasas y vitamina.
Se usan para asegurar las reservas de la colonia. Como antes, primero hay que mirar la etiqueta y ver los componentes analíticos que aporta, y cuáles son las materias primas principales de cada aporte nutricional.
La elección se tomará según:
• La composición en azúcares asimilables por la abeja.
• El % de proteína, que se deberá ajustar a el objetivo que nos marquemos para la alimentación y al polen que tenga la colmena (nuestra abeja raramente toma más del 10%, y lo normal en su dieta es el 4%).
• La presencia de grasas (alrededor del 1%).
• El aporte de vitaminas y aminoácidos (en proporción de acuerdo a la observación del estado de la cámara de polen y miel).
Si observamos en las colmenas carencia de polen deberemos suplirlo con un aporte proteico, sobre todo si estamos en un periodo de crecimiento de la colmena o de renovación de abeja, ya que las necesidades son mucho más altas.
En el mercando encontramos materias primas como la levadura de cerveza o la harina de soja (ambas con alrededor del 50% de proteínas), y otras que pueden darnos ese aporte. Se pueden usar suplementos con aminoácidos.
Donde ubicar el alimento: Siempre cerca de la zona de cría, a no más de 10 cm de esta, sobre todo cuando la temperatura es baja.
Para que las alimentaciones cumplan su objetivo, necesitamos un mínimo de abejas.
Las colmenas muy débiles son difícilmente rescatables.
